La tarjeta de visita que no entiendes ni tú

Tengo en casa un montón de tarjetas de visita, y muchas de ellas forman parte de un montón que no utilizo… salvo para ponerlas de ejemplo de “tiros al pie”.

He preferido poner la mía y no la de gente que me entrega alguna de estas que pongo en el montón, porque se puede hacer crítica constructiva sin señalar. Sin señalar ni llamarte por teléfono, ni por supuesto ponerte un email.

En un mundo en el que es más difícil a veces conseguir clientes que realizar el trabajo final, ¿Por qué dedicamos tan poco tiempo y tan pocas ganas a buscar clientes? En Rocío del Cerro Comunicación sabemos que una mala tarjeta es una ocasión de negocio perdida.

¿Qué me dices de estas tarjetas con todo tachado, porque ya no es el mismo teléfono y le hemos cambiado el nombre a la empresa? Son una tarjeta que pone, no me llames jamás. La cosa es también complicada cuando la persona en cuestión te escribe el nuevo nombre y el número de teléfono con una grafía nerviosa que no entiende ni él, y a cuyo descubrimiento no vas a dedicarle ni cinco minutos. Si hay mil médicos, cien abogados, cuatrocientos pintores ¿por qué te voy a llamar a ti, que no entiendo tu tarjeta?

Hay otros que utilizan unas letras de imprenta tan raras, que no sabes bien qué pone la tarjeta. Otras veces para cuando lo has descifrado te das cuenta de que el trabajo no valía la pena. El sujeto en cuestión es “facilitador holístico, experto en terapias alternativas”. A este sujeto ¿cuándo le llamas? Si no sé qué es, no sé cuándo lo necesito. Puede que quieras hacerte mil tarjetas para cada sector, pero lo mejor es que te hagas tarjetas generalistas muy claras y a buen precio, que te valgan para todos los públicos.

Las hay también de formas imposibles, que no se adaptan a ningún tarjetero y que terminan en las papeleras, y las hay por fin decoradas con un logo, en letra árabe o china que ni tú mismo sabes qué pone.

Aunque siempre defiendo que la mejor tarjeta de visita eres tú, lo cierto es que las de cartón también cuentan. Y si tu tarjeta tiene un nombre imposible, una dirección de email tan chiquitita que no puedo ver, unos teléfonos que ya no son, y una letra y una profesión que no puedo comprender… ¿para qué me vale?

En Rocío del Cerro Comunicación te asesoramos, te las diseñamos y te las mandamos a casa. Porque en la tarea de buscar clientes, no puedes confiar el trabajo a cualquiera.

La comunicación… ¿es pasión o perfección?

A todos nos pasa. Conocemos gente que nos impacta, gente que tiene mucho que decir y que lo dice de la forma en que menos te lo esperas.
Estaba yo presentando la semana pasada el Primer Congreso de EFQM, Resiliencia y Coaching, cuando a primera hora de la mañana me presentaban a un chico joven, en una silla de ruedas, aquejado de una parálisis… y me decían: esta es la verdadera estrella de este congreso, el que inspira encuentros como estos, alguien único del que vas a aprender.
Y pensé, qué amable esta gente… “cuanto buenismo, y cuanto encanto”. Y me equivoqué. No sabía que ese chico de la silla de ruedas no era un chico en una silla de ruedas aquejado de parálisis… era Iago Santalla, y efectivamente era un referente para el Congreso de resiliencia, e iba a ser un referente para mí.
Su debilidad se hizo fuerte cuando seguro, de frente, a bocajarro preguntó:

-¿soy yo el único discapacitado, no tienen ustedes ninguna discapacidad?

Y a partir de ahí el auditorio, enorme auditorio, dejó de pestañear, toser, moverse… lo tuvo rendido a sus pies. Su dicción, no era perfecta; su vocalización era nula, su modulación, escasa, no dominada el escenario por supuesto… pero tenía pasión, fuerza, y solidez argumental. Iago Santalla no era un cantamañanas, Iago es un coach que está terminando su doctorado, que ha desarrollado toda una teoría acerca del absurdo de la limitación; y del valor de la resiliencia, de hacer frente a la adversidad.

Aprendí no solo el valor de su teoría, sino que recibí un revolcón sobre algunas creencias acerca de la comunicación: Aquel auditorio estaba prendido de su esfuerzo, enamorado de su atrevimiento, cautivado por su teoría, pendiente de sus power points, sencillos y llenos de fuerza…

Tres cuartos de hora, de una alocución, donde el cerebro tenía que ayudar a terminar algunas palabras del conferenciante, donde había que fijar la atención, donde no había movimiento… puso a la sala en pie.
Hasta ahora solo conocía los ipads, ipods, iphones, e Iplay12…ahora conozco los “ilímites”, la capacidad del ser humano para aplicar distintas perspectivas al problema, hasta dar con la clave del mismo.
Y entonces pensé, Iago tiene una pasión inusitada, un orden expositivo que hace que el auditorio no se pierda, una ayuda gráfica que apoya su mensaje… y un elemento diferenciador que es su verdad a la hora de hablar de discapacidad, y resiliencia.

La comunicación sin pasión, cuando se habla en público queda en nada. No consiste en saber, sino en querer comunicar, en escuchar a la sala que te oye…y en eso Iago saca matrícula de honor. La sonrisa, la emoción… son fuerzas capaces de eliminar la distancia… son caminos que unen mentes y corazones que quieren comunicarse.
#iagosantalla hablaba de la necesidad de quitar no solo los bordillos físicos de las aceras, sino nuestros bordillos mentales a la hora de escuchar y entender a gente con discapacidad. Entendí de lo que hablaba, y me apliqué el cuento de que enseñar comunicación es sobre todo enseñar el camino de la empatía, de la fuerza y de la credibilidad para estar con y no frente al auditorio.

Gracias @iagosantalla, desde que te escuché me prometí dedicarte una entrada en mi blog.

Comunicación: ¿Incomprendido por tu cliente?

De lo que más ocupa y preocupa en estos momentos a las personas que me consultan es si la forma que tienen de comunicar, comunica… es decir si se les entiende.

En esta época en que para ser moderno hay que tirar de miles de anglicismos, muchos compañeros sobre todo los que se dedican a páginas webs, a SEO y todas estas cosas me dicen que a veces se sienten incomprendidos por los clientes…

A voz de pronto te diría tres cosas

  • El cliente es el protagonista y el rey del negocio, sin él, no existes… y lo más importante es que exista en tu órbita de trabajo. Ser genial, entendido, y doctorado está estupendo, pero ser tan redicho y tan pedante como para provocar alejamiento, no. Igual que se dice que en una relación, una educación excesiva es una barrera… un exceso de anglicismos, palabras técnicas, etc. provocan alejamiento, desconfianza y ruptura por parte del cliente. Veo a gente que quiere ir de estupenda y de entendida en la materia, ve solo de gente que quiere ayudar a gente. Las relaciones asimétricas en las que uno se cree más que el otro, o habla con términos que el otro no entiende… están destinadas al fracaso. El respeto y la empatía son los mejores aliados
  • Cuando no eres capaz de transmitir exactamente lo que haces para que todo el mundo lo entienda, es que no tienes bien asumido lo que haces, ni todos los posibilidades que puedes brindar a multitud de clientes. ¿Eres capaz de explicar quiénes son los Reyes Magos a un niño de 5 años, a un inglés, a un señor de 80 o una vedette de 40? Eso es que lo tienes interiorizado. Igual tiene que pasar con tus ideas, tu negocio o tu propuesta de ventas. ¿Sabes cuál es tu discurso, tu cartel de venta… lo que tienes que decir… en las circunstancias y ante personas más diversas?
  • Dicen que un negocio sale adelante cuando eres capaz de encontrar tu cliente ideal, tu nicho de mercado. Encuéntralo y adáptate. Haz tú el esfuerzo de adaptarte, él va a hacer el esfuerzo de pagarte.

Veo gente tan perdida con las redes sociales, tan ojiplática ante el discurso que ofrecen algunos sobre técnicas de nombre imposible… que no sé quién me da más pena… el que se perdió un minuto y se alejó cortado por no entender nada; o el que perdió un cliente por no saber explicarse.

Condimentos de la comunicación

Con el paso del tiempo me doy cuenta de que una de las cosas que hace más atractiva a una persona es la cantidad de nuevos ingredientes que tiene su forma de hablar, su forma de comunicarse.

  • Las personas que tienen buenas anécdotas y sentido del humor son más nutritivas, que diría Goleman, son aquellas que atraen, que te hacen desear seguir escuchándolas. No son panfletarias, son divertidas, saben salir de situaciones grises, tensas o aburridas y conocen los métodos para devolver la alegría a una comunicación que pierde fuelle. Un tío triste es un triste tío, y un empresario sin sonrisa, es un empresario sin clientes.
  • Las personas que viajan y están en contacto con otras no solo tienen la enorme suerte de hablar idiomas o atreverse a chapurrearlos, son personas que además saben incorporar a su habla cotidiana, palabras llegadas de muy lejos. Palabras canarias que cuando hablas con un canario pueden ofrecer un guiño de complicidad; nombres de guisos manchegos, que pueden ayudarte a poner una sonrisa, expresiones andaluzas que pueden provocar cercanía… Comunicación que conecta gente con gente
  • Las personas que leen, y que se dejan empapar por lo que leen, haciendo suyas muchas ideas, son enormemente atractivas. Hablan con más perspectiva, más vocabulario, más cultura… Comunican nuevas ideas, nuevos autores, nuevos vocablos, modas…

Cultura y pedantería no son la misma cosa y solo quien es un burro puede asimilarlas. Un pedorro es un aburrido que aburre a otras personas, una persona culta es alguien con condimentos, que sabe poner en la conversación puntos de vista nuevos.

En tu comunicación ¿enriqueces o quemas? ¿Cuáles son tus condimentos?

Lee, también en verano, ya no hay excusas, en papel, digital… los libros, los artículos, los reportajes te lo ponen fácil.

Cuida los condimentos de tu comunicación.

Cómo mejorar la comunicación interna, que cuando digo interna, es comunicación interna

Realmente usted no lo sabe, o si lo sabe, pero lo piensa poco, como lo pensamos los demás.

Reconózcalo. Cuando pensamos en comunicación interna pensamos en clave de escuela de negocios y de ¡business made in heaven!, pensamos en comunicación interna como aquella comunicación jerárquica que hace que las órdenes fluyan de la cúspide a la base, o de manera horizontal, se hagan visibles en todos los departamentos.

Bueno pues yo no les hablo de esa comunicación, yo les hablo de la más interna de las internas. La comunicación que nos damos nosotros mismos para actuar y para hablar. Para el emprendedor no puede haber acción si en nuestro fuero interno no hay una comunicación positiva, de motor de arranque, de tila para los malos momentos y champagne para los buenos.

De igual manera cuando hablamos, y lo digo siempre en mis clases, es muy importante atender a la comunicación interna, a esa voz que algunos llaman Little Voice, y que hace que nos podamos sentir cómodos o incómodos en cualquier situación. Es esa voz que hace que afloren los nervios y las inseguridades cuando dice “los estas aburriendo, no van a comprar, no estás dando la imagen….”. ¿La conocen, aunque sea de lejos? Creo que sí, porque todos en uno u otro momento la hemos escuchado como canto de sirena, como aquel canto que intentaba volver locos a los marineros y que hacía que se taparan los oídos para no escucharla.

¿Qué por qué cuento todo esto? Porque me estoy dando cuenta, en mis cursos y asesoramientos, que la comunicación interna, internísima, es la parte fundamental del emprendedor y del empresario. Es ese motor que nos hace pensar bien en privado para hablar bien en público, que nos hace poder brillar, levantarnos y hacer rodar nuestro negocio.

¿Te hablas en positivo o en negativo?, ¿Qué comunicación te ofreces? ¿Es clara, es amable, es contundente? Es tuya, comunicación interna, internísima.