Dicen que los policías en Estados Unidos cuando las personas llaman desesperadas porque tienen instintos suicidas, les preguntan hacia donde miran. Y la inmensa mayoría de esos potenciales suicidas miran hacia abajo.
Rápidamente y mientras los psicólogos intentan llegar a la casa del sujeto, los policías, los técnicos de servicios sociales, les alientan por el teléfono a que empiecen a mirar hacia arriba. La mirada hacia abajo es la mirada del suicida.
Nombrábamos en Comunicación Interna (II) a Robbins, autor de bestsellers, que ha sabido recoger muy bien en una tríada como es el lenguaje interno: dónde pones el foco, cuáles son las palabras que escoges, pero también los gestos.
Ahora sabemos que cuando miramos hacia abajo, nos encogemos sobre nosotros mismos mostramos tristeza, y potenciamos tristeza. Es más fácil pensar en las cosas horribles de nuestra vida con la mirada baja, las comisuras hacia abajo, y muy encogidos. No es igual de sencillo pensar en cosas horribles mientras caminamos, con una mirada al frente, las manos balanceándose…
Por eso a la hora de hablar contigo mismo, cuida las formas y las maneras. Si pones postura de triste, tu lenguaje será triste. Ya sé, que puedes no creer en ello, pero la comunicación tiene su coherencia… y una postura abierta no se corresponde con la melancolía, ni con la tristeza. No me creas, pero practícalo. Y después te darás cuenta de que Rocío del Cerro Comunicación tenía razón. Y entonces sonreirás.