La inteligencia también busca amigos

  • Nunca como en estos últimos años se ha investigado tanto, se ha dicho y escrito tanto, y se ha cotilleado tanto en la materia gris y en los vericuetos de la inteligencia.
  • Cuando yo era pequeña nos hacían una vez al año un test, en los que perdíamos la mañana y los padres ganaban en sabiduría sobre esos seres a los que todos los días educaban. Nos decían cuál era el coeficiente intelectual, si teníamos muchos o pocos amigos porque a todos nos hacían apuntar con quienes jugábamos, y si se nos daban mejor las matemáticas o las letras.
  • Con el tiempo aprendí que esos test y esos dibujos también los hacían en las entrevistas para encontrar trabajo y que los participantes en ella ya sabían lo que tenían que contestar ante tal y cual mancha.
  • Y eso era lo que yo creía que era la inteligencia. Bueno, yo y la mayoría de los mortales, sobre todo los padres, que contaban mucho y muchas veces cuáles eran los números que recogían la inteligencia de su vástago.
  • Aquello se fue sofisticando, mucho… y paso a ser el interés de los grandes doctores, los premios nobel y los autores de best seller.
  • Al principio fueron las inteligencias múltiples, de los años 80 y 90 de Howard Gardner, que nos sorprendió al común de los mortales con algo que ya habían sospechado en las aulas, y que se venía comentando en los salones de las casas: que no todo el mundo sirve para todo de forma innata, que cada uno es estupendo en algo, y que todos podemos aprender, mejorar, evolucionar o limar…
  • Llegó Gardner y dijo, hay inteligencias múltiples y son: interpersonal, intrapersonal, lingüística, matemática, visual, musical, cinestésica o kinestésica, y naturalista.
  • Y vinieron entre otros Punset, Goleman, Albrecht y desarrollaron la inteligencia que más me ocupa y me preocupa, la que más me apasiona, la que viene siendo el centro de mi trabajo… la llamada inteligencia social. La inteligencia que comenzó llamándose interpersonal, que tiene que ver con la forma en la que nos comunicamos, y que necesita otro, un vosotros… para hacerse realidad.
  • Y a mí me gusta hablar de ella, centrarme en ella, contar las ventajas del buen rollo, en un mundo dominado por las redes en red.
  • Y cuando me preguntan ¿para qué sirve ser simpático? ¿para qué vale la inteligencia interpersonal? ¿eficiencia o sonrisas? , respondo:
  • El hombre es un ser social, y nadie quiere estar al lado de un toxico ni de un cenizo.
  • Las empresas en las que los trabajadores están cómodos, rinden más, y los trabajadores están dispuestos a hacer mayor número de concesiones.
  • Para vender hay que sonreír, ya decían los chinos que no se puede ser serio y abrir la tienda. La gente que más vende es la que sabe ser profesional y relaciones públicas. La gente llama a la gente, ¿Dónde va Vicente?
  • La gente muy inteligente para sí misma y no para los demás se agota en sí misma, se ahoga en el pozo de su propia erudición.
  • Los trabajos exigen de la concurrencia de muchas personas, y los equipos quieren personas nutritivas, no cenizas.
  • En igualdad de condiciones, con un currículo igual de brillante, será escogido el candidato más amable, el más proactivo, el más dispuesto a trabajar en equipo.
  • Los trabajos necesitan a personal versátil, gran programador pero gran vendedor, eficiente ingeniero y eficiente conversador.
  • Las maquinas han podido comenzar a hacer trabajos humanos, sustituyendo a la razón, pero no al corazón. Las máquinas todavía no han podido suplir la inteligencia intrapersonal, social.
  • Vivimos en una sociedad interconectada, donde el que no quiere compartir, no quiere estar, no existe.
  • No se trata de ser un risitas, ni un cachondo… se trata de ser simplemente nutritivo.
  • Los directores generales de empresas, los líderes con repercusión mediática son seres amables y con dotes comunicativas, o son los más inteligentes de la empresa.
  • ¿De quién te acuerdas más de Guille el empollón, o de Mariano el campeón?
  • No es el que el saber esté denostado, es que se expenden títulos como rosquillas en todas las partes del mundo, a cada minuto, a cada paso… pero no se encuentran personas capaces de escuchar, ceder y consensuar a cada paso…personas capaces de convalidar sus estudios en la calle.
  •  Ahora ya más mayor, me he dado cuenta de que aquellos empollones, de diez en matemáticas y cero en recreo… no tuvieron tan buena acogida laboral, como aquellos más mediocres pero más simpáticos, más fluidos, más expresivos…
  • Antes se valoraba a un tío serio, ahora se valora una persona capaz de integrarse en equipos.
  • Ahora que hay mil ingenieros por cada puesto, y cien mil periodistas para cada línea… el plus que a todo el mundo le piden es su capacidad para comunicar –idiomas incluidos- y la calidad de su energía. El título de ingeniero o periodista te lo da la facultad, el de ser social hay que currárselo cada día.
  • El tema tiene múltiples facetas que iremos desarrollando. Pero hay dos citas que me parecen útiles, y dos veces buenas, por lo breves que son:
    • “Perdona por pedirte peras. No sabía que eras un olmo”, de la poetisa Ajo, lo más de lo más.
    • “Si juzgas a un pez por su habilidad de trepar un árbol, vivirá toda su vida creyendo que es estúpido.” Albert Einstein.
    • Las dos me parecen estupendas para hablar de las inteligencias múltiples, inteligentes, breves, para tomar de un bocado.