Una de las cosas más bonitas de la Navidad son los Reyes magos, o su versión americana de Papá Noel, la exaltación del amor sin esperar nada, de la fantasía, del bien… Es cierto que es una historia de niños, pero la vivimos los mayores, con una entrega inusitada, más allá de lo que podemos económicamente, más allá de lo que nuestras barrigas deberían, más allá de la razón.

¿Y por qué? Por la necesidad de ser niños, me dirán unos, porque lo hace todo el mundo, me contestarán otros.

Porque el mundo necesita metáforas, historias, les diré yo. Todos nosotros necesitamos historias, que pertenezcan a nuestro imaginario que sean fáciles de entender y reproducir, que nos lleven a lugares mejores. En un mundo infoxicado necesitamos historias, no datos, ni cifras, ni cosas difíciles de recordar. Necesitamos historias que nos lleven al niño que tenemos dentro, con buenos y malos, con un final feliz… y eso es lo que ocurre con la navidad.

Una historia feliz, convertida en storytelling por los grandes almacenes, que te llevan a disfrutar de la magia a golpe de Visa. A todos nos encanta creer en la bondad de la navidad y a los grandes almacenes les chifla que tú quieras convertirte en Rey Mago o Papá Noel por un día…

Eso, aunque la realidad te diga, que al final el niño juega más con la caja que con el juguete, y que preferiría jugar con sus padres, antes que jugar con el coche teledirigido. Desde Rocío del Cerro Comunicación, te deseamos Feliz Navidad.