Parezco el antiguo anuncio de Coca-cola, aquel en que tanto queríamos a la gente… y en mi caso es verdad, me encanta hacer networking, porque no solo encuentro trabajo, proveedores, compañeros, sino amigos y maestros…

Como saben el networking es una forma rápida, educada, eficaz y simpática de hacer contactos.

Pero ¡¡¡ campana y se acabóóóó!!! No entiendo esta regla ensordecedora, que nos lleva al mundo de los super-tacañones del 1, 2, 3… ¿recuerdan?… Bueno pues ahora está de moda que los networking se hagan a ritmo de campana colegial y estridente. La parte positiva es que nadie monopoliza el encuentro, la negativa es que sensación de examen o de ring, que convierte el encuentro en antipático, antinatural.

Luego está el networking de las sillas para un minuto, que obliga a ir con el vaso de agua, el bolso, la chaqueta, las ideas, y la sonrisa de un lugar a otro… sin tiempo ni compostura posible para encontrar a la media naranja de tu negocio.

El networking del cuñado, es el bien pensante y facilón. Es el contacto con ese amigo de tu cuñado que te atiende respetuosamente y al que tú le invitas al café por el tiempo prestado. Exige un cuñado de grandes relaciones y grandes relaciones bilaterales con tu cuñado.

Por fin está en networking a la española, donde uno habla más que escucha, y se queda asentado en un grupo para no moverse jamás por la sala. Este último es el que mejor se nos da, pero no es el que mejores resultados atrae.
Un buen networking, tiene que tener algo de los cuatro puntos, y deben ser los convocantes los que se encarguen  de dar ritmo, sin campanas ni alharacas, sino centrando intereses, animando conversaciones… procurando el respeto por el tiempo.

El verano es un buen momento para hacer networking, si usted es un networker sabrá que cualquier lugar es bueno para hacer amigos. Exigen saber escuchar, saber explicarse y saber cómo continuar la relación. Aprenda de sus hijos, ellos son los grandes networkers…