A todos nos pasa. Conocemos gente que nos impacta, gente que tiene mucho que decir y que lo dice de la forma en que menos te lo esperas.
Estaba yo presentando la semana pasada el Primer Congreso de EFQM, Resiliencia y Coaching, cuando a primera hora de la mañana me presentaban a un chico joven, en una silla de ruedas, aquejado de una parálisis… y me decían: esta es la verdadera estrella de este congreso, el que inspira encuentros como estos, alguien único del que vas a aprender.
Y pensé, qué amable esta gente… “cuanto buenismo, y cuanto encanto”. Y me equivoqué. No sabía que ese chico de la silla de ruedas no era un chico en una silla de ruedas aquejado de parálisis… era Iago Santalla, y efectivamente era un referente para el Congreso de resiliencia, e iba a ser un referente para mí.
Su debilidad se hizo fuerte cuando seguro, de frente, a bocajarro preguntó:

-¿soy yo el único discapacitado, no tienen ustedes ninguna discapacidad?

Y a partir de ahí el auditorio, enorme auditorio, dejó de pestañear, toser, moverse… lo tuvo rendido a sus pies. Su dicción, no era perfecta; su vocalización era nula, su modulación, escasa, no dominada el escenario por supuesto… pero tenía pasión, fuerza, y solidez argumental. Iago Santalla no era un cantamañanas, Iago es un coach que está terminando su doctorado, que ha desarrollado toda una teoría acerca del absurdo de la limitación; y del valor de la resiliencia, de hacer frente a la adversidad.

Aprendí no solo el valor de su teoría, sino que recibí un revolcón sobre algunas creencias acerca de la comunicación: Aquel auditorio estaba prendido de su esfuerzo, enamorado de su atrevimiento, cautivado por su teoría, pendiente de sus power points, sencillos y llenos de fuerza…

Tres cuartos de hora, de una alocución, donde el cerebro tenía que ayudar a terminar algunas palabras del conferenciante, donde había que fijar la atención, donde no había movimiento… puso a la sala en pie.
Hasta ahora solo conocía los ipads, ipods, iphones, e Iplay12…ahora conozco los “ilímites”, la capacidad del ser humano para aplicar distintas perspectivas al problema, hasta dar con la clave del mismo.
Y entonces pensé, Iago tiene una pasión inusitada, un orden expositivo que hace que el auditorio no se pierda, una ayuda gráfica que apoya su mensaje… y un elemento diferenciador que es su verdad a la hora de hablar de discapacidad, y resiliencia.

La comunicación sin pasión, cuando se habla en público queda en nada. No consiste en saber, sino en querer comunicar, en escuchar a la sala que te oye…y en eso Iago saca matrícula de honor. La sonrisa, la emoción… son fuerzas capaces de eliminar la distancia… son caminos que unen mentes y corazones que quieren comunicarse.
#iagosantalla hablaba de la necesidad de quitar no solo los bordillos físicos de las aceras, sino nuestros bordillos mentales a la hora de escuchar y entender a gente con discapacidad. Entendí de lo que hablaba, y me apliqué el cuento de que enseñar comunicación es sobre todo enseñar el camino de la empatía, de la fuerza y de la credibilidad para estar con y no frente al auditorio.

Gracias @iagosantalla, desde que te escuché me prometí dedicarte una entrada en mi blog.