Los conversos a una causa, somos los máximos defensores de ella. Fíjate en ti cuando dejaste de fumar, o en ti cuando empezaste a salir a correr, o en mí, cuándo aprendí a estar callada. Cada día aprecio más los beneficios del silencio.

  1. Cuando callas, escuchas más eficazmente: los gestos, el tono, el vocabulario de quien te habla, y te es más fácil empatizar con él.
  2. La observación hace que puedas apreciar bien cuál es el dolor o el placer que tu cliente, tu amigo, tu socio pretende calmar o alcanzar.
  3. Te ahorra dar ideas, y consejos, que muchas veces no te ha pedido nadie y te desgasta el cerebro.
  4. Mientras los otros hablan sin parar, tu puedes recolocar las ideas una y otra vez, para dar con el discurso correcto a la hora de hablar.
  5. A todos nos gusta tanto hablar, que a los demás les parecerás más encantador cuanto más escuches.

Y recuerda: Cuando aprendes a callar la boca, das un paso de gigante para enseñar a tu cerebro a dejar de parlotear de forma insana con esas ideas repetitivas que te quitan tanta atención y energía. Nuestra mente es una charlatana de los mismos temas todos los días, distrayéndonos del foco, atrayendo sobre todo comentarios maliciosos sobre nuestra senda y nuestro futuro.